- Y tu cuida lo que cuidas- respondió ella.
- Comoquiera- repuso él.
-Como desee- objetó ella.
Luego, ella, se levantó de la arena que compartían sentados, dedicó una mirada al paisaje que tenía enfrente, andó huellando la arena tras su pié, y se introdujo en el agua. Hundió su rostro hasta que tuvo que cogerse fuertemente la nuca con las dos manos, y se ahogó, no sin antes pronunciar.
-Deseo- mientras tragaba los litros de agua que al fin le hicieron estallar los pulmones.
Él, desde la solitaria orilla, inmutable, miraba como ella encontraba su fatal fin, y meditó
- Su caída la reunirá con las algas del lago, junto a ellos, yacerá pasando inadvertida para lo humano- ése fue su último pensamiento para ella, la que deseó.