Testamento

Los sentidos insatisfechos,
el alma pálida,
las manos y los pies sombríos,
nada llega a su origen.

Las fuentes agotadas,
el espíritu desértico y
el ánimo diluido.
La verdad invisible,
la realidad ausente.
El mármol se apodera de
la carne, la sangre no tiene
dirección.

El abismo no asusta, ya no
existe. Las palabras no descubren
la novedad, no maravillan, pues no hay
nada en absoluto que con su luz
puedan reflejar. El amor se torna sucio como el mal.
Todos esperan a su manera,
desde el principio de sus vidas, su ida de este mundo,
pero antes siempre preparan en este mundo algo que tenían
pendiente.

No temen abadonar algún día el mundo, pero sufren atormentados
por un coompromiso desconocido, mistérico,
que tratan de penetrar. Y dice así:
¿Qué rastro debía dejar yo en este mundo? ¿ Qué estrella eterna debía
posar en la constelación de los tiempos?
Ese amor no consumado, la experiencia
plena de una alegría en un lugar desconocido El momento radiante
de sentirse vivo haciendo no sé qué en tal lugar. ¿Cuál es
esa alegría que me retiene en este mundo?

Cubridme con un manto, yo ya no sirvo para esto.