Intempestiu 2.12


Y se preguntó por la sombras que un día cobijaron su sueño. Sintió la imperiosa exigencia de ponerle título al momento, desesperación se dijo. Éso es, estaba sentado y ardía de desesperación como en una hoguera inextinguible, incluso olía el humo que él mismo emanaba...Y entonces corrió, corrió desesperado, y no poco ni cojo, ni como lo hacen los que huyen, sino más bien como un cojo que huye sin saber por qué ni durante cuánto tiempo lo hará, así, como un loco embriagado.

Y corriendo a través de una extensa llanura franqueada por altos álamos sintió que bien valía la zancada una siguiente, y, aunque tras los mismos álamos se escondiese un hondo valle que engullía todo con sólo que se asomase, poco importaba, se dijo; y retorció los músculos, redobló la marcha, apretó su voluntad en el entrecejo, siguió dirigiéndose a ningún sitio. De improviso, abrumado, posó sus pies ligeros sobre el suelo, uno junto al otro, y vio en la altura, sobresaliendo por encima de los álamos, resurgir el sueño hundido que un día retuvo, con sus mismas sombras, igual de imperioso e inconquistable.

Entonces comprendió que el sueño siempre idéntico e idénticamente enterrado no tenía sombra ni cobijo, siquiera encerraba un fin sino muchos fines. A lo que se dijo que si cuando estaba sentado lo estaba en el fondo del valle, si es allí, pues, donde los soñadores pierden la facultad de soñar y viven sometidos a las sombras y el cobijo de la superficie,  y si por el contrario con el sólo correr hacia algún lado es está soñado; mas aún fue más lejos, y conjuró si no dejar de correr jamás suponía no sólo concebir sueños si no además cumplirlos.

Aún embriagado, nuestro loco golpeó un último suspiro al presente, y se confesó si cuando corría sin saber por qué ni durante cuánto tiempo estaba cumpliendo sueños que él mismo desconocía que su voluntad aspiraba cumplir. Luego, preso de lo terrible del momento, se sugirió si no sería la voluntad misma un soñar y cumplir sueños, y la falta de ella, la absoluta desesperación que lo ha llevado a correr, correr, correr y correr, para recobrar la voluntad que es sueño.