Los principios prácticos materiales [Kant]

El resplandor de los relámpagos es más ancho, más pálido, y el restallar de los truenos no sobrecoge, envuelto en la felpa del ruido mesurado de la lluvia (..) 

[Über naive sentimentalische Dichtung, de F. Schiller]


La conciencia del agrado de la vida o principio del amor de sí preside el proceso deliberativo que el albedrío de un ser racional mantiene acerca de si pensar la máxima como principio en vistas a fundamentar la determinación de la voluntad materialmente, es decir, en base a un objeto, o por el contrario, a fundamentar la determinación de la voluntad formalmente, es decir, la voluntad como voluntad.

Reconstruyamos el caso del hombre que decide abonarse al orden de los principios prácticos materiales, esto es, en base al objeto. Inicialmente, el sentimiento de placer determina la relación de placer entre la representación de un objeto y el sujeto, acto seguido ésta determinación del placer determina que la facultad de desear se represente un objeto que encierra una realidad apetitosa, y  en última instancia, tal objeto apetitoso es el fundamento de determinación de la voluntad. A propósito de qué objetos elegirá la fuerza vital que se manifiesta a través de la facultad de desear, Kant declara que el hombre convendrá en el más fácil, extenso y repetido. 

Centrándonos en el sentimiento de placer, advertimos que en el placer descansa la condición de posibilidad para que la facultad de desear se represente un objeto de placer que fundamente la voluntad en vistas a la realización de tal objeto. La condición subjetiva de la receptividad de un placer o un dolor constituye las representaciones en fundamento de determinación del albedrío, de modo que sin la determinación de una representación de un objeto por los sentidos sería imposible que aconteciera deseo alguno que fundamentase la determinación de la voluntad. 

No obstante, para que sea posible que el hombre situado en la base de la inclinación ( el placer)   pueda  determinar que un objeto de placer fundamente la determinación de la voluntad, es necesario suponer la existencia de un objeto al que determinar. Así es, el placer,  al pertenecer al sentido (sentimiento) y fundarse por ello en la receptibilidad de la existencia de un objeto exterior, sólo puede determinar el deseo en función de la relación de placer entre la representación del objeto y el sujeto a condición de que previamente se haya producido la representación por los sentidos de un objeto exterior, ya que sin la previa representación de un objeto exterior el sentimiento de placer no puede sentir el objeto, ni tampoco investirlo en representación (objeto de placer) de la facultad de desear, y en consecuencia, no puede ser fundamento de determinación de la voluntad.


Prosigamos con Kant, señalemos que a la voluntad le corresponde hacer efectiva la sensación de agrado encerrada en la realidad del objeto representada por la facultad de desear y que anteriormente ha determinado el sentimiento de placer. A este fin se dirigirá la voluntad por medio de los preceptos prácticos, de habilidad o de imperativos hipotéticos, haga efectiva la sensación de agrado encerrada en la realidad del objeto. En conjunto, todas éstas reglas prácticas comparten que son fundamentos de determinación de la voluntad condicionadas al efecto apetecido, o lo que es lo mismo, la regla práctica indica qué debe hacer el hombre para realizar el objeto representado por la facultad de desear, contemplando  las condiciones del ser racional y la consideración del efecto y la suficiencia para el mismo.




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