Antes yo tenía...

Los sonidos convocados en mis oidos: el estruendo del aspirador del vecino que limpia la moqueta, la piedra del mechero rodando para prender llama, una música de ambiente que se dejaría definir como mística y onírica; cuando se me ocurre que ya he vuelto a olvidar mi nombre, los rasgos de mi carácter; parece trágico el pensamiento, y, de pronto, ¡lo es! De súbito, advierto una pieza, se asemeja a la mirilla de la puerta. En realidad, es precisamente una mirilla de puerta..
Dejadez humana, reino de la ociosidad presidido por una vagancia que arrastra una alma que cogida a un caballo recorre por caminos empedrados, sin brizna de hierba; y  no placenteramente, no de cualquier forma, sino cual si hubere sido un noble Héctor vengado por un ambicioso y temible Aquiles que espolea su caballo el cual llevando atada mi alma a una cuerda me friega contra el árido suelo desgastándome a la vez que haciéndome retorcer de  dolor. Así, llevado por tortuosas tierras a gran velocidad, desfiguróme mi rostro, irreconocible volvi a casa y con ello mi honor intacto, puesot que sabían que era yo aquella alma ociosa y sombría adolecida en heridas.
No poseía identidad, nombre, ahora tampoco en lo físico; quizá lo próximo sería, a la postre, no saber cómo ha ocurrido toda esta metamorfosis, no vislumbarar cómo sucumbí a perder mi alma, ahora insondable. Ése día, me veré al espejo con la duda espantosa de no saber quién me mira.

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