Una crítica a la tesis schumpeteriana de lo político y lo económico como uno y el mismo comportamiento

Schumpeter nos plantea la identificación o, mejor prescindir de este término por el de fundición, pues, una fundición entre el concepto de empresa i el de partido político. El partido político es una empresa dirigida por unos empresarios llamados políticos que, mediante el uso de propagnada emocionan al elector ( o cliente), el cual, cuando vota lo hace con arreglo a una afinidad psicológica con el candidato.
De ser así, los partidos políticos  se ordenan no ya con un propósito ideológico (paradigma que imperava hasta la segunda mitad del s.XX) sino por  y para la consecución de unas preferencias que son o no apoyadas por un mayor o menor número de votantes. Siguiendo esta lógica, Schumpeter nos anuncia, yendo más allá del político como ente formal, ´su carácter claramente atravesado por al determinación de tener que alcanzar éxito empresarial a través de la mayor absorción de votos possible.
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Hasta aquí, el bueno de Schumpeter ha sido consecuente con el concepto empresarial de lo político, y, quizá no sea un disparate aventurarse a unir lo empresarial con lo político de un modo que se identifiquen; sin embargo, de entrada algo nos pellizca en todo esto para advertinos que está algo forzado. Veámos, si seguimos la tesis de los ciclos económicos elaborada por el mismo Schumpeter, observaremos como la economía rompe el ciclo cuando los indicadores son más óptimos y, si esto sucede es porque las empresas, al estar sumergidas en una espiral de constante pugna las unas con las otras por captar  la mayor quota de mercado se ven obligadas por salvar esa misma competividad a arriesgar económicamente y engañar con los balances económicos. En esta dirección, el paralelismo con lo político se hace incompatible, el partido político arriesga con sus promesas a los votantes para captar votos, quizá también pueda acusarsele de engañar con sus gestiones ya sea en el lado opositor o presidencial del paorama político.
No obstante, y aquí es donde la fisura nos enseña la profundidad del absimo, de la crisis que conlleva el ciclo económico se sigue, atendiendo a Schumpeter, una innovación económica que se manifiesta en una economía fortalecida: a esto lo denomina la destrucción creativa. Si esto es así, hemos de considerar palmario que en el ciclo político la recurrencia a artimañas para salvar al competencia no infiere directa ni indirectamente una crisis de la cual podamos deducir, como sí en al economía, un renocimiento mejorado de la misma. Por tanto, el aspecto psicológico de lo político se comporta de una forma confusa e imprevisible, mientras que, lo económico, a causa de su materialidad, sí sigue una secuència fiel a sí misma.
Reformulando a Schumpeter, el concepto de la economía sí se explica mediante ciclos pero el concepto de lo político no. A lo político no se lo puede prestablecer en un esquema que deba reseguir la misma lógica que la economía, dado que la política responde a la voluntad humana ( psicológica) mientras que la economía es la voluntad humana sujeta a una lógica económica con autonomía propia, es decir, susceptible a la voluntad humana pero, una vez afectada imparable en sus consecuencias lógicas.

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