Dialéctica hegeliana

[...]Esboza Hegel una parábola en la Fenomenología, la " del amo y el esclavo". El esclavo no trabaja para sí, sino para su dueño, luego no se pertenece, está enajenado o alienado. Sin embargo, su trabajo lo pone en relación abierta con la naturaleza, la cual trnasforma y a su vez le transforma a él, pues gradualmente va aumentando sus conocimientos acerca de ella y de sus leyes, por el mero hecho de trabajarla. Mientras tanto, el amo ignora los secretos de la naturaleza y, lo que es peor, no puede conseguir reconocimiento como ser humano por parte de su esclavo. Aunque el esclavo quisiera reconocerle como tal no lo conseguiría, porque es inferior a él. Si lo hiciera, dejaría de estar subyugado y el amo cesaría en su calidad de señor. Por otra parte, el amo quiere mantener al siervo porque ello le da sensación de superioridad y dominio, además de necesitarlo para vivir de su esfuerzo. No así el esclavo, que continúa en su condición únicamente a causa del temor. Si el esclavo, o el hombre subyugado, alcanzan la libertad- como ocurre en uan revolución-, dice Hegel que la proclama para todos. El esclavo no desea mantener un régimen de señores y esclavos. La libertad surgirá- y surge, pues es un devenir- de este proceso dialèctico entre amos y esclavos, dominadores y dominados. En el centro de este proceso se halla, pues, el fenómeno de la alienación, que tiene en Hegel su primer teorizador. La alienación, para él, es una carencia de cumplir con la propia esencia, falta que sólo la libertad realizada puede subsanar. En un no ser lo que se puede y debe ser.
La consecución de la libertad no se hace a través de la mera oposición entre estos dos tipos de hombres, sino en virtud también de un estado peculiar de conciencia que Hegel llama " conciencia desdichada". El hombre con una conciencia desdichada reconoce que no es libre, porque su mundo no es dominado por él. La conciencia desdichada es la del espíritu enajenado y, cree Hegel, encuentra expresión en la religión. Mediante la adoración de Dios, el hombre se imagina libre, plenamente reconocido por Dio en un mundo por venir, y no en éste.[...]

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