Marcianos contemplando a siniestras cobayas

Vago por las calles contiguas a otras calles generalmente más contiguas y así sucesivamente hasta que, el gentío, me alerta que proseguir mi paseo puede causarme daños irreversibles en mi concepto del hombre y lo afín a éste. Multiplicidad de existencias que anhelan ser interpretadas por los hombres que posan sus rastreadores ojos encima de ellos, sin embargo, anehaln ser interpretados de una determinada que no es la que son sino la que aparentado ser pretenden que entiendan los observadores. Para ello, se sirven de sofisticadas armas: gestos entrenados frente al espejo, miradas fingidas que recobran su naturalidad cuando sin nadie que las sostenga, gesticulaciónes faciales de una preocupación estudiada, incluso, aires de arrogancia que pretenden representar que han superado toda la hipocresía anterior elevándose a una independencia que se sustrae del interés por lo que puedan pensar los demás. Comoquiera que sea, éste último nos proporciona la idea de un hombre penosamente seguro de sí mismo que, una vez más, aparenta aquello que no es: haber evolucionado a un hombre superior cuando aún se muestra incómodo por pulir su imagen de independencia frente a los demás. El verdadero hombre independiente, es aquél que no se pregunta por si lso demás lo verán como independiente, ya que eso de por sí denota que no lo es. Regresando al hilo del discurso, decía que, tras éstas máscaras, fenómenos de la mísera existencia humana, subyace una sensación de hastió profundo generada por una realidad que les es desconcida y es que, su vida, carece de sentido alguno. Diantres, ése motivo y no otro es el que los impele a figurarse con formas artificiales ante los ojos de sus conciudadanos, ése y no cualquiera es el motivo por el que piensan sobre sí mismos. Expresémoslo así: pensar en-sí implica pensar sobre otros extraños, donde representarse con determinado significado de lo que no son en-sí pero querrían ser en-sí. Consiste, pues, en engañar al observador sobre lo que uno es en realidad. Este paradigma dl pensamiento tan impregnado en el hombre se deduce un facotr muy liviano: la esperanza de vida se prolonga obstinadamente y el hombre se mira a sí mismo sin ninguna naturaleza predeterminada que lo guíe, puesto que su naturaleza es ser libre y como tal, el guía reside en el capricho de uno mismo. Brutalmente absurdo se presenta el panorama, ¿cómo mostrarlo si no? Ah, ya  esto dirán los eternamente indecisos a postularse en algún banco: "no es prudente sacar conclusiones precipitadas sin antes dhaber sopesado otras posibilidades"; los del bando pertenicnete al patético optimista apelaran acompañados de la más tonta de sus sonrisas que:  lo maravilloso de la existencia del hombre, se haya precisamente en dotarla de sentido y esencia, libremente. Mi reacción a estas consideraciones es, respetuosamente: !un sonoro pedo y, a poder ser, la integración de este en sus pulmones de hombres sanos, que se visten de corto para ir a correr por el paseo mientras dedican sonrisas de complicidad a ancianas ociosas, !malditos cínicos! ¿Acaso no es su dogmático amor al HOMBRE lo que les imposibilita comprenderlo? Han entendido al hombre como un concepto abstracto revestido de ostentosos valores culturales de progreso y libertad, sin atender a la realidad inmamente del otro hombre, el real: aquél que condenado a contemplar angustioso como le acecha un vacío voraz huye parapetándose en una mísera apariencia que  penosamente  intenta decir a todo el que la mira: "mi vida tiene sentido, mis pasos son firmes y largos".  Eso mengua el dolor de la porfía, como la morfina enganya el dolor y la sonrisa camufla  al hipócrita. Entonces, en los intervalos en que, fatigado de mantener la apariencia, te despojas del disfraz para mirarte a ti mismo,  percatas lastimosamente que no tu cometido no es más valioso que el que se podría dar un puerco espín; que ni siquiera  los acontecimientos se suceden con un cierto sentido que te incite o, al menos, permita entender la realidad que te ha sido dada para decidir adecuadamente. No obstante, esta es la definición real de que es  la libertad: un no comprender nada y, aún así, simular que todo lo que admities como las razones más aptas están, a su vez, fundamentadas en condiciones indispensables de la naturaleza humana, la cual te susurra gustosamente:  has hecho lo correcto. !Diablos! podrían ser distintas las condiciones a iventarse como propias de la naturaleza humana, sin embargo, reconocerás para tuadentros que es  molesto sentir como no hay sujeción alguna en el devenir de la existencia y, sin sincerarte en voz perceptible, me negarás mi discurso. ¿Te has convencido de que la razón es una manual de instrucciones que lleva implícito  la vida que les es propia al hombre? Pardiez, al fin y al cabo, no desistes de tu ilusión de rescatar al hombre de su posición original, situándolo en una barca de madera de higuera en medio de un océano que no permite divisar tierra alguna, otras veces en un transanlántico navegante de las constelaciones; o en tierras desérticas con una cantimplora de humildad. Sin descuidarme de los que ven al hombre proyectándose en una decadéncia invencible. Asumamos, sensatamente, pues, que el mundo es la cárcel de miliones de cobayas que sirven de mascotas a  marcianos que, nos observan de 15:00 a 14:00, mientras andan atareados preparando la comida..

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