El abrevadero de la muerte es la compañía

Las murallas no resisten los envites, porque ellos no provienen de los enemigos, sino de los aliados más fieles. El cuerpo se paraliza, y tras coger una bocanada de aire para afrontar la dura lucha contra este nuevo enemigo ve que ya sólo puede sentirse que derrotado. Resignado con la cabeza gacha, suspira, suspira los lamentos que brotan del lugar más profundo de su alma para luego soltarlos a un mundo indiferente ante su dolor. Ese malestar que carcome el alama como a la madera más endeble, capaz de penetrar sigilosamente por el laberinto más arduo hasta llegar al lugar donde emergen las lágrimas más dolorosas, esas que sólo manan en los ojos, cuando la lanza punzante del enemigo ha querido matar ea corazón sin causar sangre ni desperfecto físico, dando así, muerte solamente al alma. Así, el enemigo deja huérfano al hombre de su alma, desnaturalizándolo, provocando que huya encabritado de la sensibilidad a la rudeza, del amor al odio. Transmutando el valor del bien por el del mal, convirtiendo este último como inspiración a su vida, funesta vida que se escurre penosamente, cual vícera despegada de su cuerpo, sin sentido de ser camina errante y temeroso hacia un acantilado que teme absorberlo, puesto que al hacerlo, quizá se deba expulsarlo de sus adentros otra vez al mundo. Los abismos reacios de acoger cuerpos corruptos por el mal, los escupen al precipicio reiteradamente, hasta que el suicida se resigna a permanecer atornillado al precipicio, débil, embriagado de dolor, sosteniendo la pena de la desolación. Desolación que lo arremete constantemente como el viento que zarandea la leve hoja, ora hacia allí, ora para acá, ora la agita para posarla en el balcón, ora la agita levantándola para dejarla caer en un enlosado suelo, ora todos los transeúntes la siguen con la mirada, ora la hoja soy yo, el viento es el devenir de la vida, ¿los observadores? Curiosos espectadores por descubrir el triste final de la hoja. Se preguntarán, ¿cómo sabes que el final de la hoja llevada por el viento es triste? A lo que responderé, si el viento pudiera unir la hoja con la rama del árbol, entonces, y solamente entonces, podría haber un final feliz para ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario