Trabajos y días; Prometeo hesiódico


A continuación vamos a rastrear en el fragmento de los Trabajos y días dedicado a Prometeo si hay algún rasgo o fenómeno revelador, pasando por alto todo aquello que no sea susceptible de contribuir a nuestra proposición. Bajo nuestra proposición, pues, lo más relevante radica en la  articulación que contraen la tríada de Prometeo, Epimeteo y Zeus, y no tanto en las consecuencias que se derivan de ella. La forma en la que se construyen las relaciones entre estos personajes, aparte de determinar la trama, también expresa  ciertas características inveteradas en cada uno de ellos.
Prosigamos. Las preferencias recogidas sobre los titanes y de Zeus mantienen el mismo mínimo común denominador que apuntábamos en la Teogonía pero,  ahora, de un modo más acentuado. La voluntad se identifica con la decisión de realizar algo que, a su turno, equivale a la consumación de dicha decisión en acto, es decir, en realidad. A esto, la  consecución de la voluntad de los personajes no será intercedida por obstáculo alguno como sí sucedía en la interposición de Zeus descrita en la Teogonía, en la que atenazaba a Prometeo privándole de su voluntad de acción.
Así, pues, en los Trabajos y días contemplamos como las acciones de Prometeo, Zeus y Epimeteo se suceden a modo de encadenamiento desenvolviéndose en, por así decirlo, una especie de acción-reacción en la que uno actúa (Prometeo y Epimeteo) y el otro en función de ello reacciona (Zeus). Esto es, en definitiva, lo mismo que  ocurre en un duelo de ajedrecistas, cuyo último movimiento  condiciona en mayor o menor medida  al movimiento inmediatamente posterior. No obstante, igual que en el ajedrez, a cada turno gozan del privilegio de realizar su movimiento con la garantía de que su opositor no lo podrá evitar de improviso. En consecuencia y volviendo a nuestros personajes, la voluntad que acogen yace bajo el supuesto de que no será  impedida por la intervención de otro. Esto significa que el único modo de que Prometeo y Epimeteo detengan la voluntad de Zeus y Zeus, a su turno, detenga la de ellos, consiste en quien podrá, des de su misma naturaleza, emprender una voluntad tal que imposibilite una contrarréplica. Con ello, se remite a la parte del nous, a la astucia, a algo así como la capacidad predictiva. Eso es, las relaciones entre Prometeo, Epimeteo y Zeus están dominadas por la competición acerca de quién conserva en su  predicción aquel fin que, que por ir más allá que el de los demás y por ello neutralizarlos, es capaz de absorberlos en su designio imponiendo así su voluntad.
Es adecuado hacer explícita la susodicha interacción de actos que implican a los personajes los unos con los otros:

1.       (Acción) Prometeo engaña a Zeus en ocasión de los lotes de buey.
2.       (Reacción) El Crónida niega el fuego a los mortales.
3.       (Reacción) Prometeo roba el fuego a Zeus para dárselo a los mortales
4.       (Reacción) Zeus castiga a los hombres con la aparición de la mujer por mediación de otros dioses y finalmente por la aceptación de Epimeteo

Conviene  que reiteremos  el componente neto y aislado de cada una de las acciones (1,2,3,4), porque ello quizá pase por simple recurso estilístico en una lectura más o menos superficial. Pero si nos adentramos en las consecuencias que entronca ése recurso estílistico en cuanto al contenido de los personajes, se advierte en seguida que,  Prometeo, después de haber engañado a Zeus escondiendo el lote de carnes en “el vientre” (gáster) del buey hubiera  habido de ser correspondido por Zeus, siguiendo la lógica del suceso mismo,  con la consecuente sustracción del lote de carnes que  le ha sido ocultado. Con el sonsacamiento del lote habría corregido la falta, restableciendo lo que debía haber sucedido y, por tanto, demostrando su poder encima de Prometeo. Sin embargo, Zeus elige atacar indirectamente a Prometeo a través del castigo a los hombres. Luego, Prometeo vuelve a sobreponerse al designio del altísimo, no sólo desterrando el castigo impuesto a los hombres, sino también, y esto es capital, instaurando entre ellos al fuego mismo ( téchnes); privilegio que ahora comparten los mortales con Zeus.  
En el presente  discurso hemos procurado aproximarnos al sentido inmanente de Prometeo  en la medida que se nos destacaba el dominio del arte engañoso ( dolíe téchne) como criterio único y director de su conflicto con Zeus. Esta concatenación de acciones, réplicas y contrarréplicas, todas ellas exentas del uso de la fuerza, nos han puesto de manifiesto que   en el caso que el conflicto entre Zeus y Prometeo se dirima en el territorio de la dolí téchne es Prometeo el que alcanza más altitud: Zeus no transgrede la voluntad de Prometeo sonsacándole las carnes albergadas dentro del buey; Prometeo anula la voluntad de Zeus con la sustracción del fuego. Esto permite concluir que la lucha desarrollada en el plano del nous o la astucia ( métis)  que enfrenta el providente Zeus contra el previsor Prometeo ( pró, el que medita antes, se resuelve con la victoria de Prometeo. Su victoria no puede ser objetada a raíz de que con el soporte de la naturaleza imprudente de Epimeteo (epi, el que piensa después) Zeus logre encontrar la grieta idónea para introducir la mujer que, por un lado supondrá el advenimento de diez mil calamidades( p.32) entre los hombres, y por el otro, elevará la astucia de Zeus por encima de la de Prometeo. Realizar el presente diagnóstico es  cuanto menos olvidar la génesis misma del conflicto que involucra a Prometeo y Zeus en una pugna frontal. Del hecho que Zeus recurra a Epimeteo para permear otro mal en el mundo se sigue, a su vez, la imposibilidad de introducir ése mal por medación de Prometeo, el cual no es vulnerable a sus maquinaciones. Asimismo, Epimeteo desatiende las consignas de Prometeo acerca de no aceptar ningún regalo de Zeus, y al hacerlo no sólo retuerce aún más su epíteto de imprudente sino que además refuerza el epíteto de muy astuto (polymetes) propio de Prometeo.
Con todo, la elección de Zeus de desviarse hacia Epimeteo y la advertencia que le hace Prometeo a Epimeteo a propósito de los planes que prepara Zeus son, por tanto, indicativos diáfanos que  vuelven a revelar la prominencia de la astucia de Prometeo.

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